Discurso, leido por el Presidente, Excmo. Sr. D. José Canalejas y Méndez,
en la Sesión Inaugural del Curso de 1894 a 95, celebrada el 10 de Diciembre de 1894,
de la Real Academia de Jurisprudencia y Legislación
ASPECTO JURIDICO DEL PROBLEMA SOCIAL. de José Canalejas y Méndez.

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En España la ley de 1873 ha sido letra muerta, según constantemente se repite sin fruto en el Parlamento; y bien lo pregonan a diario nobles instituciones privadas que dedican meritorios esfuerzos a la protección de la infancia desvalida o explotada. Nuestra sabia Comisión de Reformas sociales, aunque con extraña y sensible timidez, ofreció ya la primera materia a nuestra máquina legislativa, tan perezosa para estas labores cuanto activa para gastarse y comprometerse en obras secundarias y aun inútiles.
No pretendo que las formas hasta el presente adoptadas sean la expresión definitiva de aquella tutela social que Andrea Costa demandaba al Estado para los débiles.
Sin ser perfectas, señalan paso preliminar de adelantos mayores, y cuando lord Arshbey, en la discusión de la ley sobre el trabajo infantil, afirmaba que su reforma no era sino exploración indispensable en el camino de los beneficios para el proletariado, y cuando el ministro Miceli afirmaba en la Cámara italiana, que si con el proyecto presentado no se resolvía la cuestión social, se adelantaba no poco para su alivio, expresaron, a mi juicio, conceptos de exactitud rigurosa. Y no censuro yo las impaciencias de las escuelas extremas y de los tratadistas radicales; pero entiendo que es la prudencia garantía única para la perfección, y que en la senda que conduce a lo mejor precisa a la voluntad muchas veces detener su paso en lo bueno. Aun cuando no lo sea todo, aun cuando el ciclo de los progresos en tales esferas diste mucho de estar cerrado, algo significa el movimiento que en favor y defensa de la mujer y del niño patrocina la Europa en los últimos días, del cual son expresión gallarda la admisión de la mujer al arbitraje de los probi viri en Italia y reciente muestra las manifestaciones belgas en demanda de mejora para la situación de la mujer en la fábrica, de que la prensa nos habla estos días. Sustráiganse los organismos delicados y las inteligencias embrionarias a los rigores de la fiebre de producción que nos consume; enciéndase con la educación la luz de la confianza y de la alegría en su cerebro; vean sus pupilas la clara luz del sol y no los espectros que la luz turbia de la linterna dibuje en las galerías húmedas de la mina: viva la infancia alejada de la tristeza y de la perversión del adulto; que la enseñanza elemental preste a su espíritu resistencias contra la futura miseria, y sea en su mente germen fecundo para el nacional progreso, ya que, como dice D’l Pozzo, «entre los

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