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Discurso, leido por el Presidente, Excmo. Sr. D. José Canalejas y Méndez,
en la Sesión Inaugural del Curso de 1894 a 95, celebrada el 10 de Diciembre de 1894,
de la Real Academia de Jurisprudencia y Legislación
ASPECTO JURIDICO DEL PROBLEMA SOCIAL. de José Canalejas y Méndez.
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juzgar que la fuerza intentaría destruir en breve todo lo constituido.
No afecta, es cierto, la miseria presente aquellas formas externas y rigorosas de la esclavitud clásica y la servidumbre feudal; pero no son menos duros sus efectos. Falta a nuestro obrero aquella protectora previsión de que le hacía objeto, si no el amor, la codicia del dueño; y hasta la familia, más que de venturas, es para su mente objeto de preocupaciones, cuando no le disputa el puesto ofrecido a su fuerza en el taller o en la mina. Perdió ya su boga la frase de Thiers, de que «la miseria es una condición inevitable». La dura sentencia con que Say negaba al hombre un derecho a los socorros sociales, y la misma rigidez individualista de Spencer, repugnan al general sentir; y el espiritualismo moderno y el socialismo científico, expresión el uno de la filosofía del fuerte, fórmula el segundo de la aspiración de los vencidos, buscan, si no solución para el mal, paliativos eficaces y duraderos para sus efectos devastadores.
Más práctico y más amenazador, el socialismo no cifra su confianza, como el filosofismo, en las previstas armonías de un futuro divino; concreta sus ansias al futuro humano y pretende caminar hacia lo mejor por venir, siguiendo la senda de lo mejor presente. Abandonó el período clásico de las construcciones ideales de Saint Simón, Fourrier y Owen, y ya en el límite del ciclo crítico, se empeña, como afirma Quaglino, en la conquista de los medios prácticos, que ansía con presentimiento de cercanos triunfos. Bakounine, Karl Marx, Malon, Ansele, Guesde, Volders, en forma violenta o en forma pacífica, guían sus adeptos hacia un mismo objetivo y un afán práctico e inmediato se agita en torno de un problema, para el que Gladstone no encontraba soluciones en el campo de sus iniciativas fecundas. La literatura socialista enardece las inteligencias más tenaces, por ser más incultas, y en el taller, en la mina, en todas partes donde la libertad individual se siente menoscabada o el trabajo no se remunera con holgura, el cerebro, fatigado por la monotonía de una mecánica subalterna, se abandona complacido a las seducciones de doctrinas que le ofrecen inmediata redención.
Si el amor a la igualdad y el ansia por un colectivismo imposible no son singular afán de nuestros días; si su precedente arranca de los sacerdotes egipcios y griegos, de los profetas de la India y los druidas de la Galia: si los Pitagóricos desde Crotona, Ambrosio y Crisóstomo, desde el páramo, condenaron la riqueza; si Huss, , Munzer, Juan de Leyde, Moro,
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